sábado, 16 de noviembre de 2013

Relato 9ª parte: Las sondas

Empezó a meter la sonda, despacio al principio y con cuidado, mientras con la otra mano sujetaba fuertemente mi polla, que cada vez se ponía más dura. Era una sensación extraña, algo dolorosa al principio. Mi Diosa me miraba a la cara y me decía que me relajase o me dolería más. Notaba como iba entrando poco a poco y el dolor pasaba a un segundo plano. En su lugar aparecía una sensación extraña de cosquilleo e incluso algo de placer. Cuando entró toda la dejó quieta sin moverla, pero seguía sujetándome la polla con firmeza y empezaba a apretar un poco. Me estrujaba la polla con la sonda dentro y eso hizo que poco a poco mi piel se erizase. - Veo que empieza a desaparecer el dolor eh zorrita? río alto mi Diosa. Ahora vamos a pasarlo bien zorrita. Llamó a los sumisos y nos dio instrucciones a todos. Ellos iban a follarme el culo de uno en uno hasta correrse. Después de cada corrida ella cambiaría mi sonda y pondría una más grande. Yo no podría correrme hasta que ella me diese permiso. Noté como el primero de ellos me la clavaba de golpe en el culo. Estaba boca arriba con las piernas bien abiertas, la sonda metida en mi polla y la mano de Mi Diosa sujetándola fuertemente. Luchaba con todas mis fuerzas para no correrme a cada embestida. No tardó mucho en correrse el primero, llenando mi culo con su leche. Justo en ese momento Mi Diosa tiró de golpe de la sonda que salió completa de mi polla. La sensación fue brutal y no me corrí de milagro. No sé como lo hice pero aguanté. La miré y ella me recompensó con una caricia. Cogió la siguiente sonda y empezó a meterla, esta vez sin tanta delicadeza. Era más grande y me dolía un poco pero entró toda. El segundo sumiso se puso delante y me la clavó en el culo empezando el movimiento. - Rodéale con tus piernas zorrita, abrázalo para que te folle como la puta que eres. Obedecí y rodee sus caderas con mis piernas, notando como me la metía más adentro y más fuerte. Mi Diosa seguía apretando mi polla y de vez en cuando movía su mano pajeandola suavemente lo que hacía que estuviese a punto de correrme, pero su mano experta paraba justo en el momento preciso para que no lo hiciese, dejándome con una sensación de frustración que se compensaba con una caricia suya. Así fue hasta que el segundo sumiso también se corrió. Fue otro momento delicado en el que estuve a punto de correrme cuando Mi Diosa volvió a quitar la sonda de golpe, sincronizándose perfectamente en el momento de la corrida. Invitó al otro hombre a ser el tercero en follarme mi culo de zorra y él aceptó encantado. Preparó su enorme polla mientras mi Diosa colocaba la tercera sonda. Era enorme y costó en entrar. Tuvo que sujetarme el glande y meter un poco su dedo para que entrase. Notar como manipulaba mi polla con esas manos expertas era un placer. Noté como el hombre me clavaba la polla de golpe al mismo tiempo que la sonda quedaba colocada. Me follaba como un animal en celo, sacándola toda y volviendo a clavarla, a un ritmo endiablado que coincidía con el meneo que ahora Mi Diosa le estaba dando a mi polla. La sonda se salía un poco a veces pero ella la empujaba hacía abajo provocándome aún más placer. Era imposible no correrse, pero tenía que aguantar. Estaba siendo tan dulce, con sus miradas, sus caricias, que debía obedecerla y conseguirlo. Cuando el hombre estaba a punto de correrse, Mi Diosa cogió mi polla, sacó la sonda y apuntó hacía mi cara mientras con la mano me agarraba del pelo y me la levantaba hacía adelante. -Abre la boca! Así lo hice. De repente de mi polla salió una cantidad de leche brutal. Podía ver el enorme hueco que la sonda había abierto y como de él brotaba una lluvia de leche derecha hacía mi boca y mi cara. En ese mismo momento mi culo se inundaba de la leche del otro hombre. Parecía como si todo estuviese conectado y la leche que entraba por mi culo fuese derecha hacía mi boca.Alguna entró directa y otra terminó en mi cara, por los labios, las mejillas... - Lámela perrito, recógela toda con tu lengua y saborea tu propia leche de zorra.

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