Mi Diosa cogió la cámara y se puso a grabar.
Yo estaba rodeado por tres pollas, todavía húmedo de la lluvia de Diosa que me había caído por encima.
El mayor embiste mi culo y se pone a follarlo. Noto como empuja con
fuerza mientras mi Diosa acerca la cámara. Los otros dos están más
dudosos. Acercan tímidamente sus pollas a mi boca. Yo empiezo a mamar
primero una y luego la otra. Sus pollas se rozan entre sí y eso los pone
cachondos, noto como se acarician sus culos entre ellos ante la pícara
mirada de mi Diosa.
Ella los anima para que junten sus pollas y las metan en mi boca. Ellos
obedecen y cuando me doy cuenta tengo la boca llena con las dos. Les
gusta tenerlas juntas y las mueven rozándolas a la vez que me follan mi
boca entre ambos.
El otro saca la polla de mi culo, la tiene tremendamente empalmada. Se
la agarra con la mano mientras se acerca a mi cara. Los otros se apartan
mientras mi Diosa toma posición con la cámara. Empieza a pajearse
apuntando a mi cara y no tarda en llenármela con su leche. Cierro los
ojos y la noto caliente resbalándome por toda la cara.
Después de eso el hombre manda a los otros dos que pongan sus caras
sobre mi pecho. Ellos le obedecen y el se coloca encima, de pie, con las
piernas separadas. Al poco tiempo mientras su pene va bajando la
erección un líquido amarillento empieza a salir de él y cae sobre las
caras de los otros, termina resbalando y la noto caliente sobre mi
pecho.
Les obligan a lamerla y se pasan la lengua por la cara el uno al otro a
la vez que por mi pecho. Se están poniendo realmente calientes y se
empiezan a chupar las lenguas.
El otro hombre termina la meada y entonces los manda incorporarse
colocando a cada uno sobre mis agujeros. Uno se pone sobre mi cara
metiendo la polla en mi boca, con las piernas abiertas, mirando de
frente al otro que me la clava en el culo mientras abre mis piernas. Se
ven de frente y no pueden aguantarse sin comerse la boca con restos de
la lluvia del hombre. Están tan calientes que me follan salvajemente.
Antes de correrse sacan sus pollas y terminan echando su leche caliente
sobre mi pecho.Después de eso empiezan a lamer sus propios restos de
semen y también los del hombre en mi cara, todo entremezclado con los
restos de la lluvia dorada.
Él mientras me agarra mi polla que esta ya bien dura y se pone a
pajearla, cada vez más rápido hasta que me corro soltando la leche hacia
el cielo, a borbotones sale y vuelve a caer sobre mi barriga, obligando
a los otros a lamerla hasta dejarme sin un resto.
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