Apenas había gente en la playa, algunas personas solas, un par de
parejas y un grupo pequeño de hombres en una zona algo más apartada.
Hacía allí nos dirigíamos, Mi Diosa delante moviendo sus caderas, y yo
detrás siguiendo su ritmo, nervioso y a la vez excitado.
Llegamos y todos saludaron a Mi Diosa de forma respetuosa. Eran tres, un
par de chicos y un hombre de mediana edad, todos desnudos. Mi Diosa me
ordenó dejar la maleta y me presentó como su nueva zorrita. Ellos me
miraron de arriba a abajo con caras de morbo y curiosidad.
Mi Diosa empezó a quitarse la ropa y a dármela para que la doblase y la
colocase en una bolsa de playa que había traído ella. Según se iba
quitando la ropa iba admirando ese cuerpo tan morboso. Sus caderas, sus
muslos torneados, sus pechos... todo me parecía maravilloso. Se quedó
con la braguita de un escueto bikini que se metía por su rajita dejando
salir esos muslos redonditos que yo había tenido ya tan cerca. Una vez
que terminó se quedó mirando hacia mí.
Noté como todos clavaban en mí sus miradas y me sentí el centro del
mundo en aquel momento. La mirada de Mi Diosa se clavaba en mí,
esperando que yo entendiese lo que tenía que hacer sin decirlo. Era una
prueba de fuego que yo tenía que superar, pero estaba paralizado. Me
podía la vergüenza de tener que desnudarme delante de tantos
desconocidos y sobre todo sabiendo lo que llevaba debajo. Quedarme en
ropa interior femenina en medio de una playa no era precisamente algo
que me creyese capaz de hacer. Sin embargo allí estaba, a punto de
hacerlo pues por alguna extraña razón mi excitación era tal que casi sin
darme cuenta estaba empezando a quitarme la ropa.
La cara de Mi Diosa era de satisfacción, por ver que su zorrita la
entendía tan sólo con la mirada y por ver como estaba haciendo cada una
de las cosas que ella me pedía, poco a poco sin forzar demasiado me
tenía cada vez más a su merced y pronto podría hacer conmigo cualquier
cosa que quisiese, su control sobre mí empezaba a ser total, de una
forma natural, casi sin haberlo buscado, como si nuestras almas
estuviese predestinadas a encontrarse, una para servir a la otra, y la
otra para gozar perversamente de la una.
Sentía las miradas del resto de hombres cada vez más intensas sobre mí,
según me iba quitando la ropa. Estaba ya en bragas y medias en mitad de
la playa.
- Buen gusto con las medias zorrita, dijo Mi Diosa sonriéndome.
Terminé de quitarme todo, quedando desnudo. Era una sensación extraña
pues ahora ya era todo más natural y pasaba más desapercibido en una
playa nudista como era aquella, sin embargo sentía que deseaba tener la
ropa interior puesta y sentirme más zorrita. De mi ano seguía colgando
el hilo del tampax, del que Mi Diosa tiró un poco para comprobar que
estaba bien apretado dentro de mi culo. Eso hizo que me excitase y
soltase un leve gemido.
Abrió la maleta y sacó de él la parte de abajo de un bikini. Era blanca,
lisa, tipo brasileña, atada con lazos en los laterales. Me la dióopara
que me la pusiese y quedase como ella, con la braguita del bikini y en
topless, como ella mismo dijo riendo.
Nunca había imaginado estar en bikini en una playa pero era una
sensación excitante, no sólo para mí, sino para el resto, pues las
pollas de los otros empezaban a reaccionar ante esa visión.
Mi Diosa empezó a andar en dirección al agua y me dijo:
- Vamos zorrita, vamos a dar un paseo.
Dudé un momento por la vergüenza de ser expuesto en bikini por toda a
playa, pero la excitación y el embrujo que sobre mí tenía Mi Diosa hizo
que la siguiese casi sin darme cuenta. Podía sentir como la gente que
estaba en la playa nos miraba mientras caminábamos y como ella se sentía
orgullosa de pasear y exhibir a su zorrita.
Nos paramos en un lateral de la playa y entonces ella me indicó hacia el agua.
- Vamos zorrita, seguro que está muy buena el agua.
Me cogió de la mano y entramos. Estuvimos un poco metidos en el agua,
que nos cubría justo por encima de la cintura. Estaba fría y eso hacía
que sus pezones estuviese erectos y yo los mirase casi babeando. De
repente me dijo:
- Lo notas?
Tardé un momento en darme cuenta, hasta que sí, lo empecé a notar. El
tampax estaba absorbiendo agua y se hacía cada vez más grande llenándome
el culo y dilatandomelo aún más. Noté la excitación y como mi polla
crecía dentro del bikini.
Ella se puso detrás de mí, pegada, con sus pechos sobre mi espalda.
- Siéntelo zorrita, siente tu culo lleno y gózalo, contrae tu músculo y verás como gozas.
Empecé a hacerlo y notaba que cada vez estaba más y más caliente y sintiendo un placer que nunca antes había sentido.
- Vamos a hacer que te corras como una zorrita, sin tocarte tu polla.
Me agarró por las caderas y empezó a moverse lentamente como si me
follase el culo con un pene imaginario. Yo contraía el músculo del culo y
notaba como el tampax me follaba. La excitación era máxima y más aún al
notar sus manos y sus pechos sobre mí. Era Mi Diosa y me estaba guiando
a un orgasmo, controlando ella más mi cuerpo que yo mismo.Cuando me
susurró al oído que me corriese, mi cuerpo no lo dudó y estallé de
placer, llenando el bikini de leche.
- Eres una buena zorrita, me dijo. Ahora vamos a volver a jugar con mis
amigos, pero tu culito me pertenece y seré yo quien te lo desvirgue
zorrita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario